El cierre es un seguimiento realista: revisamos vídeos, resolvemos dudas y afinamos el plan. Te anticipo pequeñas métricas caseras (latencia al estímulo, duración de la calma, porcentaje de paseos sin tirones, respuestas a la llamada en distintos contextos). El objetivo no es solo “que el perro obedezca”, sino construir competencias emocionales: autocontrol, tolerancia a la frustración y capacidad para elegir conductas adecuadas.
Cuando hace falta, combino presencial con online para ahorrar traslados y sostener el ritmo entre sesiones.
3) Metodología respetuosa: refuerzo positivo, cognitivo-emocional y mi método Joyning.
Trabajo con refuerzo positivo y un enfoque cognitivo-emocional —esto significa reconocer al perro como un ser con necesidades, emociones y capacidad de tomar decisiones, y enseñarle a hacerlo bien.
Mi metodología propia se llama Joyning: “he creado un método de adiestramiento llamado ‘Método Joyning’”, donde integro adiestramiento, modificación de conducta, vínculo y nutrición. ¿En qué se traduce? En planes sin castigos ni collares aversivos, con énfasis en proactividad (marcar lo que sí queremos), gestión del entorno (evitar que practique lo que no queremos) y juego dirigido para activar motivaciones sanas.
A nivel emocional, buscamos que el perro aprenda a autorregularse y disfrute del entrenamiento; por eso verás ejercicios de elección, olfato, búsqueda, descanso guiado y “ventanas” de desconexión para evitar saturación. Mi propósito te lo digo tal cual: “Te ayudo a evitar frustraciones con tu perro, mejorando su conducta, vínculo y equilibrio emocional, a través de mi método Joyning”.
Esa frase guía cada sesión. Además, vengo de una etapa como formador deportivo, y aplico descubrimiento guiado: te acompaño con preguntas y retos graduales para que comprendas cómo reacciona tu perro y cuándo reforzar. El resultado es un aprendizaje transferible: no memorizas “trucos”, entiendes principios.
En cuanto a herramientas, priorizo arneses en Y, guías largas de trabajo, mordedores blandos, premios de valor variable y alfombras de olfato. Integro nutrición cuando procede, porque la energía, el descanso y la salud digestiva impactan directamente en la conducta. Todo esto está alineado con el objetivo de bienestar: un perro equilibrado aprende más rápido y mantiene los avances en el tiempo.
4) Problemas que soluciono a diario: ansiedad por separación, reactividad, tirones, miedos y más.
La ansiedad por separación es de los retos más frecuentes en Barcelona.
Piso pequeño, rutinas exigentes y ruido de comunidad son una mezcla potente. Evaluamos detonantes (anticipación del humano, micro-señales al coger llaves, rutina de salida), establecemos un protocolo progresivo de ausencias con umbrales reales y trabajamos la autonomía del perro: enriquecimiento previo, masticación reguladora, gestión de descansos y construcción de zonas seguras. Nada de “dejarle llorar”: buscamos seguridad, no resignación.
La reactividad (a perros, patinetes, motos, carritos) la abordo diferenciando emociones (miedo, frustración, sobreexcitación) y enseñando respuestas alternativas: mirar de referencia, círculos de alivio, “vamos”, “aquí” y pasos de cebra como puntos de reinicio.
En tirones de correa, combinamos técnica (refuerzo diferencial de caminar junto, stops estratégicos, zigzag, foco) con higiene del paseo (ventanas de olfato, rutas con escapes, horarios).
En miedos (ruidos, ascensor, veterinario), trabajamos desensibilización + contracondicionamiento con sesiones muy cortas y criterios minúsculos, priorizando el control del perro sobre la situación.
También trato destrozos en casa, ladridos a la puerta, protección de recursos, sociabilización con personas/niños, convivencia multi-perro y llegada de bebé.
En todos los casos, medimos avances con indicadores simples: número de ladridos por visita, minutos de calma mantenida, porcentaje de cruces con perros sin reacción, distancia mínima de confort que el perro tolera. Lo importante es que tú veas y sientas la mejora semana a semana.